domingo, 21 de enero de 2018

Neruda y Fibonacci, una curiosa coincidencia

Neruda y los números de Fibonacci. Veinte Poemas de amor



En matemática, la sucesión de Fibonacci es la siguiente sucesión infinita de números naturales:

0,1,1,2,3,5,8,13,21,34,55

La sucesión comienza con los números 0 y 1,2 y a partir de estos, «cada término es la suma de los dos anteriores; y a los elementos de esta sucesión se les llama números de Fibonacci. Esta sucesión fue descrita en Europa por Leonardo de Pisa, Fibonacci, matemático italiano del siglo XIII.  

Tiene numerosas aplicaciones en ciencias de la computación, matemática y teoría de juegos. Aparece en configuraciones biológicas, como las ramas de los árboles, la disposición de las hojas en el tallo, en las flores de alcachofas y girasoles, en la configuración de las piñas de las coníferas; en la estructura espiral del caparazón de algunos moluscos, como el nautilus. Es una serie de números mágicos.




Pablo Neruda, seudónimo de Ricardo Neftalí Reyes (julio de 1904, septiembre de 1973) fue un poeta chileno, ganador del premio Nobel de Literatura en 1971. Una de sus obras, Veinte poemas de amor y una canción desesperada”, publicada en 1924, tiene 21 poemas. Un número de Fibonacci. ¿Sabía Neruda eso, o es que la matemática y sus números mágicos, también tiene formas misteriosas de infiltrarse en la actividad creativa? No lo sé, no importa. La Matemática es hermosa, y misteriosa, la poesía es hermosa y para muestra basta un botón. Les presento el Poema 20.



Poema 20

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Escribir, por ejemplo: "La noche esta estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos".
El viento de la noche gira en el cielo y canta.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Yo la quise, y a veces ella también me quiso.
En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.
Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.
Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.
Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.
Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.

Mi alma no se contenta con haberla perdido.
Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.
La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.
De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.

Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.
Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.

Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.

Referencias

Sucesión de Fibonacci

Pablo Neruda

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