domingo, 30 de noviembre de 2014

El pecado original y la creación


El pecado original, ¿es realmente una insubordinación o una expresión de libertad?




Antecedentes

 En la Biblia  se menciona el pecado original como un  intento del hombre para parecerse a Dios. Según el relato, el hombre al comer el fruto prohibido quiso tener acceso a la fuente de conocimiento, pretensión que a Dios le pareció excesiva y por  ello decidió expulsarlo del paraíso.

 En realidad, ¿de que se trata el pecado original? Más que de la posibilidad de acceso al conocimiento que Dios se adjudica como facultad suya únicamente, esta  historia  es una metáfora para señalar el descubrimiento de la capacidad creadora con al cual logra el dominio gradual del mundo. La expulsión el  paraíso no es más que la apertura cognoscitiva que abre la mente a las posibilidades creadoras pero a la vez advierte de los riesgos, esfuerzos y a veces consecuencias inesperadas.


 Una persona que carece de facultades mentales o cognoscitivas  por sufrir de deformaciones o limitaciones físicas contra su voluntad (por ejemplo, demencia extrema o malformaciones congénitas) se siente feliz  (“está en el paraíso”) si  tiene las  necesidades básicas satisfechas. No tiene la presión para hacer preguntas o inquietarse sobre el sentido de la existencia, para preocuparse por el mañana o imaginar y hacer el esfuerzo mental o físico para lograr la transformación de  la naturaleza. El concomimiento le  es ajeno y la necesidad de lograrlo  es una sensación desconocida e inexistente  por siempre.

  Una persona  normal que descubre la necesidad del conocimiento  porque su propia naturaleza  y el impacto e influencia de los  demás lo inspiran, no se siente  satisfecho con el estado actual   de cosas, aunque pueda tener las  necesidades básicas satisfechas  siempre aspira a algo que está más allá, siente desasosiego, inquietud, en cierto modo infelicidad, estará “fuera del paraíso” porque le falta algo.  Aunque se  reconoce  como parte de un lugar y un tiempo, al mismo tiempo advierte la necesidad de salir de estos parámetros para ir más allá, explorar, descubrir, conquistar, crecer, modificar, revelando aspectos  que son características  y  consecuencias de la capacidad creadora. Pertenece  a un contexto de tiempo y espacio pero a la  vez se imagina y trata de lograr otras situaciones, en un intento permanente.

 La expulsión del edén fue un acto doloroso, traumático; del mismo modo, la insatisfacción al reconocer la limitación del conocimiento actual y la necesidad  de un gran esfuerzo para mejorarlo es también dolorosa y traumática, el equivalente  de la expulsión.  La creación no es fácil, el pensamiento no es una tarea fácil y es asumida por pocos como medio de acción personal, siempre implica riesgos, penas, costo, dolor.

 Por eso, así como Dios, solo en la inmensidad del tiempo y el espacio no podía saber si realmente era Dios o tenía el poder que le corresponde  como tal, tenía que crear el mundo para probar esta capacidad, además tenía que crear una criatura con la capacidad suficiente para reconocerlo como creador.

 Para un artista no sirve de nada, crear hermosas obras de arte (piezas musicales, pinturas esculturas, poemas) si nadie las escucha, nadie las ve, nadie las lee, y más aún  si nadie es capaz  de extasiarse con ellas y en este gesto reconocer de manera implícita  la creación y al creador.

 Un artista, como Dios, suele ser también egoísta y cuando surge un émulo, tan hábil y capaz como él, se siente amenazado. Igual que Dios cuando comprobó que el hombre había descubierto la capacidad creadora, por ello a veces repite el acto de la expulsión del paraíso, pero al quedarse solo se anula. Es mejor cuando existen varios creadores reforzándose mutuamente.

 No se trata de pecado  o infracción, es solo el descubrimiento

 En la edad media o en épocas oscuras del  pensamiento religioso, la  idea de pecado original fue usada por la religión católica para mantener  al hombre en la ignorancia, condición vital para ejercer el control material y mental  sobre la gente. La insistencia sobre el peso moral del llamado pecado original  obligaría a la gente a esperar y admitir el control por parte de los supuestos representantes de la divinidad, por lo que durante mucho tiempo no existió la voluntad ni las condiciones  necesarias para que descubriera su potencial creador  y ola necesidad de replicar el pecado original.


 El pecado original, que además se repite continuamente, es el ejercicio de la capacidad creadora. Puede ser por medio de la palabra que permite describir, explicar o mostrar  aspectos dela realidad  de múltiples maneras.

 La literatura da cuenta de esto a través de la poesía y otras formas.  Nadie como el poeta para sugerir realidades no visibles físicamente pero  que  pueden ser posibles en la imaginación o en un futuro en  la realidad material. Julio Verne es un magnífico ejemplo de creadores que vio con anticipación mundos que se volvieron realidad en el futuro ¿Cuántos visionarios como el pueden sugerir lo que aún no vemos o conocemos?



 El artista puede mostrar colores que no existen en una realidad o presentar mundos, experiencias, realidades no visibles materialmente e invisibles  para el ojo físico, pero visibles para el creador, el artista, pintor, escultor. Puede revelar el  color,  la armonía cromática  donde no existe más que grises  para aquellos que no tienen desarrollada la facultad creadora.


El músico puede descubrir sonidos o gamas sonoras  inaudibles en el mundo material, crear  realidades en las que la armonía, la melodía reflejan la esencia del paraíso. Un músico, cuando crea una melodía inolvidable, no solo llega directamente  a la mente del oyente, sino que además puede producir reacciones y crear estímulos que  trasforman de manera notoria a  los oyentes.  Se ha demostrado que el organismo responde a determinadas frecuencias, comprobándose  que la matemática  es  parte  del universo, que existe un orden, un equilibrio, una melodía universal con la cual podemos  identificarnos.


 La creación también se revela  en el descubrimiento de los misterios de la naturaleza. La ley de la gravedad de Newton, la fórmula de la equivalencia entre materia y energía de  Einstein, son también obras de arte como la pintura, la música, la poesía. Quizás no se  aprecie en ellos los atributos que suele  buscarse en una obra de arte (color, sonidos, palabras) pero el contenido matemático que revela el orden del universo es un elemento común. 



El mundo es matemático, la música tiene estructura matemática, la matemática  es una disciplina hermosa y una manifestación sublime de la capacidad creadora humana, por ende el universo es hermoso, la música y otras creaciones artísticas son hermosas.

 Se revela el universo, al descubrir los misterios  del átomo, al crear una melodía, un poema , una obra de arte, pues se ejerce plenamente la facultad creadora,  se repite el pecado original, se  prosigue con el descubrimiento de la capacidad creadora y se avanza más. Al cometer una y otra vez el pecado original, el hombre se expulsa reiteradamente del paraíso terrenal y en este proceso, por una síntesis dialéctica se acerca más y más a Dios, la entidad suprema, el creador por excelencia. El conocimiento es cada vez  mayor en todo ámbito de la vida, pero al mismo tiempo se abre la conciencia de que falta  mucho por descubrir, y la angustia permanente obliga a crear continuamente. El árbol del bien y del mal es infinito, o más bien el árbol del conocimiento y la creación, así como  la necesidad de apropiarse de los frutos de éste, esa es la esencia y urgencia de la naturaleza humana.

Conclusiones

 Dios debe estar tranquilo y complacido porque el hombre ha cometido el pecado, original, es decir, porque ha descubierto la facultad creadora, porque no es bueno quizás ser el único con la capacidad de hacer algo, de crear, y pretender este estado denota cierto autismo o autocomplacencia errada.

 Es mejor estar bien acompañado, por otros creadores como él, que permanecer solo, en silencio, en la inmensidad del tiempo y espacio.

 O quizás Dios, no expulsó realmente al hombre sino que al percibir los dones que tenía, lo ha puesto a prueba de manera permanente. Y el hombre, ha probado ser gran creador, lo que se descubre  si se revisa los logros que gradualmente se van materializando.

 En ciertos casos, ya llega a extremos críticos  que  lo equiparan a su creador, como la manipulación genética, pero en otros casos, se descubre continuamente las maravillas del mundo; siempre a partir del ejercicio de una capacidad creadora sin límites, acumulativa y más compleja.

El llamado pecado original no  es otra cosa que la liberación del hombre de los dogmas  limitantes  al reconocer su capacidad creadora, la autonomía y el potencial de lograr cambios en el mundo por su propia mano, cambios que serían imposibles por acción directa de Dios,  a quien al parecer se le acabó la creatividad luego de crear  el mundo o porque al ver a su obra suprema, el hombre, tan creativo y capaz como él decidió  renunciar para siempre y lo dejó a su libre albedrío. 



El hombre puede crear para mejorar su mundo, para destruirlo, es su elección, puede reconstruir el paraíso o completar el camino hacia la perdición eterna, el fin del mundo.